Julio 27, 2024

Parroquia Nuestra Señora de la Buena Esperanza

Santuario San Sebastian de Panimavida

Eucaristía del Domingo 11 de Septiembre de 2022

Domingo vigesimocuarto del tiempo ordinario
Salterio IV
Color: verde

INTRODUCCIÓN

El amor de Dios hacia los hombres es un amor gratuito, y nosotros no podemos pretender tener derecho sobre ese amor. El amor de Dios sobre los hombres es tan absoluto, que nunca podríamos decir que nos va a faltar.

Liberado por Dios de la esclavitud en Egipto, Israel ha pecado construyéndose una imagen divina prohibida. Merecería, por esta traición, ser castigado. Pero el Señor perdona, por intercesión de Moisés.

Pablo, hijo de Israel, se había resistido a Dios, persiguiendo a Cristo en sus fieles.

Pero Jesús lo conquista con su gracia y hace de él un apóstol del Evangelio, porque la misericordia de Dios es más grande que la traición de sus hijos.

Con dos parábolas Jesús responde a quien lo acusaba de buscar y acoger a los pecadores. Jesús lo hace porque el pecador tiene la necesidad de escapar del abismo del pecado. La trágica condición del pecador se expresa en la alegría del Cielo, es decir, la alegría de Dios por un solo pecador que se convierte. Dios solamente sabe en qué atroz y mortal condición se encuentra aquél que se escapa de Él, y cuánta necesidad de conversión tiene aquel que está perdido. Solamente Dios sabe cuánta necesidad de amor misericordioso necesita el hombre que se ha alejado de los caminos de Dios. La alegría de Dios por el pecador que se arrepiente es mucho mayor que la alegría que le dan los buenos, y no porque éstos sean menos amados; la razón está en la ternura y el ansia de un padre por el hijo que se encuentra en peligro. No se trata, entonces, de un amor menor por los otros, sino de la situación gravísima en la que se encuentra el hijo pecador.

Dios es misericordia y así se va revelando en la medida que su verdadero rostro se libera de las neblinas que surgen del espíritu humano. Pero este verdadero rostro es comprendido, solamente, por aquellos que reconocen el carácter gratuito de su amor y que permiten dejarse permear por esta gracia misericordiosa, reflejándola en su relación hacia los otros. Y, por otra parte, se hace insoportable para todos aquellos que hacen de sí mismos el centro de todo, aunque éstas sean personas muy religiosas. Cristo nos revela un Dios con los brazos abiertos, el Dios de la ternura y el perdón.

Antífona de entrada             Cf. Ecli 36, 18 

Señor, concede la paz a los que esperan en ti, para que se compruebe la veracidad de tus profetas. Escucha la oración de tu servidor y la de tu pueblo Israel

ORACIÓN COLECTA

Míranos, Dios nuestro, creador y Señor del universo, y concédenos servirte de todo corazón, para experimentar los efectos de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

El Señor se arrepintió del mal con que había amenazado.

Lectura del libro del Éxodo   32, 7-11. 13-14

El Señor dijo a Moisés:

Baja enseguida, porque tu pueblo, ése que hiciste salir de Egipto, se ha pervertido. Ellos se han apartado rápidamente del camino que Yo les había señalado, y se han fabricado un ternero de metal fundido. Después se postraron delante de él, le ofrecieron sacrificios y exclamaron: “Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto”.

Luego le siguió diciendo: Ya veo que éste es un pueblo obstinado. Por eso, déjame obrar: mi ira arderá contra ellos y los exterminaré. De ti, en cambio, suscitaré una gran nación.

Pero Moisés trató de aplacar al Señor con estas palabras: ¿Por qué, Señor, arderá tu ira contra tu pueblo, ese pueblo que Tú mismo hiciste salir de Egipto con gran firmeza y mano poderosa?

Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus servidores, a quienes juraste por ti mismo diciendo: “Yo multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda esta tierra de la que hablé, para que la tengan siempre como herencia”.

Y el Señor se arrepintió del mal con que había amenazado a su pueblo.

SALMO RESPONSORIAL  50,  3-4. 12-13. 17. 19

R/Iré a la casa de mi Padre.

¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado!

Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me arrojes lejos de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu.

Abre mis labios, Señor, y mi boca proclamará tu alabanza. Mi sacrificio es un espíritu contrito, Tú no desprecias el corazón contrito y humillado.

SEGUNDA LECTURA

Jesucristo vino para salvar a los pecadores.

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a Timoteo 1, 12-17

Querido hijo:

Doy gracias a nuestro Señor Jesucristo, porque me ha fortalecido y me ha considerado digno de confianza, llamándome a su servicio a pesar de mis blasfemias, persecuciones e insolencias anteriores. Pero fui tratado con misericordia, porque cuando no tenía fe, actuaba así por ignorancia. Y sobreabundó en mí la gracia de nuestro Señor, junto con la fe y el amor de Cristo Jesús.

Es doctrina cierta y digna de fe que Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el peor de ellos. Si encontré misericordia, fue para que Jesucristo demostrara en mí toda su paciencia, poniéndome como ejemplo de los que van a creer en Él para alcanzar la Vida eterna.

¡Al Rey eterno y universal, al Dios incorruptible, invisible y único, honor y gloria por los siglos de los siglos! Amén.

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO   2Cor 5, 19

Aleluya.

Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, confiándonos la palabra de la reconciliación. Aleluya.

EVANGELIO

Habrá alegría en el cielo por un pecador que se convierta.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 15, 1-32

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos.

Jesús les dijo entonces esta parábola: Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido”.

Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.

Y les dijo también: Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo, porque encontré la dracma que se me había perdido”.

Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte.

Jesús dijo también: Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de herencia que me corresponde”. Y el padre les repartió sus bienes.

Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. Él hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, peque contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros”. Entonces partió y volvió a la casa de su padre.

Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.

El joven le dijo: “Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo”.

Pero el padre dijo a sus servidores: “Traigan enseguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado”.

Y comenzó la fiesta.

El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso.

Él le respondió: “Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo”.

Él se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: “Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!”.

Pero el padre le dijo: “Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”

Oración de los fieles

Imploremos, hermanos, la misericordia de Dios y pidámosle que escuche las oraciones de los que hemos puesto nuestra confianza en él:

Para los obispos, los presbíteros y los diáconos pidamos al Señor una vida santa, tal como corresponde a su ministerio, y el premio abundante de su trabajo.

Para los que gobiernan las naciones y tienen bajo su poder el destino de los pueblos pidamos el don de la prudencia y el espíritu de justicia.

Para los enfermos e impedidos pidamos al Señor la fortaleza necesaria a fin de que no se desanimen ante las dificultades y vivan alegres en la esperanza de los bienes eternos.

Para nosotros mismos y para nuestros familiares, amigos y bienhechores pidamos al Señor que nos conserve y aumente los bienes que con tanta generosidad nos ha concedido.

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