Diciembre 7, 2024

Parroquia Nuestra Señora de la Buena Esperanza

Santuario San Sebastian de Panimavida

Eucaristía del Domingo 25 de Septiembre de 2022

Domingo vigesimosexto del tiempo ordinario
Día de Oración por Chile
Salterio II
Color: verde

INTRODUCCIÓN

Este domingo la liturgia nos regala la famosa parábola del rico “epulón”, que significa “comilón” y el pobre Lázaro. En una primera lectura pareciera que el centro está en la limosna: si el rico hubiera ayudado a Lázaro se hubiera salvado. Pero el evangelio nos invita a mirar más profundamente la situación.

Primero nos detenemos en el rico. No sabemos su nombre, tampoco su conducta, sólo sabemos que era rico. No dice que esa riqueza sea mal habida ni que su comportamiento sea reprochable. Sólo sabemos que le gustan los banquetes. Tal vez esto le impedía ver la miseria que se daba en la misma puerta de su hogar. Por otra parte, tenemos al pobre Lázaro. De él sí sabemos su nombre, que significa “ayuda del Señor”. No sabemos nada más de él, sólo que es pobre. No sabemos por qué es pobre, ni si su vida es ordenada o si cumple con la ley. 

Ambos mueren, y la realidad que les espera es distinta: para el pobre Lázaro la vida en el seno de Abraham, para el rico epulón, la condenación y la muerte. No nos confundamos, la parábola no trata de un juicio sobre la vida del rico ni la de Lázaro, sino sobre la situación escandalosa de la distribución de la riqueza en el mundo. Hay un abismo, acá en la tierra, entre la situación en que viven el rico y Lázaro. La riqueza, como fin en sí misma, lleva a producir más riqueza y más desigualdad, haciendo más grande la brecha que separa a unos de otros. El rico epulón estaba enceguecido por la riqueza y no era capaz de ver más allá de sus banquetes y su buena vida. Sólo la realidad de la muerte le hace abrir los ojos y ver la miseria que lo rodeaba. Es entonces donde aparece Lázaro en el horizonte de su vida. Pero ya es tarde, pues ese abismo no es remediable después de la muerte. Por eso la tarea es hoy.

Abraham termina proponiendo como camino de liberación el escuchar a Moisés y los profetas, es decir, es la Palabra de Dios la que nos libera de la ceguera que produce en nosotros la riqueza. Son los valores del evangelio los que nos iluminan de una forma distinta a la del mundo para comprender la vida y la muerte, la relación con los bienes, la convivencia humana. Esto es la construcción del Reino, y es una tarea que no podemos postergar para mañana. Hoy nos desafía el acortar los abismos que hemos establecido entre nosotros. Al mirar a Dios, lo primero es abrir los ojos para ver sinceramente la realidad, entonces el otro se convierte en alguien fundamental en mi propia vida.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que manifiestas tu poder sobre todo en la misericordia y el perdón, derrama sin cesar tu gracia sobre nosotros, para que, deseando tus promesas, nos hagas participar de los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Se terminará la orgía de los libertinos.

Lectura de la profecía de Amós 6, 1a. 4-7

¡Ay de los que se sienten seguros en Sión! 

Acostados en lechos de marfil y apoltronados en sus divanes, comen los corderos del rebaño y los terneros sacados del establo.

Improvisan al son del arpa, y como David, inventan instrumentos musicales; beben el vino en grandes copas y se ungen con los mejores aceites, pero no se afligen por la ruina de José.

Por eso, ahora irán al cautiverio al frente de los deportados, y se terminará la orgía de los libertinos.

SALMO RESPONSORIAL  145, 7-10

R/¡Alaba al Señor, alma mía!

El Señor mantiene su fidelidad par siempre, hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos.

El Señor abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados. El Señor ama a los justos. El Señor protege a los extranjeros.

Sustenta al huérfano y a la viuda y entorpece el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. 

SEGUNDA LECTURA

Observa lo que está prescrito, hasta la Manifestación de nuestro Señor Jesucristo.

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a Timoteo   6, 11-16

Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia, la bondad. Pelea el buen combate de la fe, conquista la Vida eterna, a la que has sido llamado y en vista de la cual hiciste una magnífica profesión de fe, en presencia de numerosos testigos.

Yo te ordeno delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y delante de Cristo Jesús, que dio buen testimonio ante Poncio Pilato: observa lo que está prescrito, manteniéndote sin mancha e irreprensible hasta la Manifestación de nuestro Señor Jesucristo, Manifestación que hará aparecer a su debido tiempo el bienaventurado y único Soberano, el Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad y habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre vio ni puede ver. 

¡A Él sea el honor y el poder para siempre! Amén.

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO 2Cor 8, 9

Aleluya.

Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza. Aleluya.

EVANGELIO

Has recibido bienes y Lázaro recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 16, 19-31

Jesús dijo a los fariseos:

Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas.

El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado.

En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan.

Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí.

El rico contestó: Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento.

Abraham respondió: Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen.

No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán.

Pero Abraham respondió: Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán.

ORACIÓN DE LOS FIELES

Oremos, hermanos, por todos los hombres y por todas sus necesidades, para que a nadie falte nunca la ayuda de nuestra caridad:

Para que el Señor vivifique su Iglesia y le conceda santos y numerosos ministros que iluminen y santifiquen a los fieles, roguemos al Señor.

Para que Dios conceda a los gobernantes el deseo de ser justos e infunda en los responsables de los pueblos el sentido de la unidad de la familia humana, roguemos al Señor.

Para que los que buscan a Dios sinceramente encuentren la verdad que desean y, habiéndola encontrado, descansen contemplándola, roguemos al Señor.

Para que el Señor perdone nuestras culpas, no permita que recaigamos en el pecado y nos libre de una muerte imprevista, roguemos al Señor.

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