Octubre 15, 2024

Parroquia Nuestra Señora de la Buena Esperanza

Santuario San Sebastian de Panimavida

Eucaristía del Domingo 30 de Octubre de 2022

Domingo trigesimoprimero del tiempo ordinario

Salterio III

Color: verde

INTRODUCCIÓN

La primera lectura describe el amor de Dios por sus creaturas, y en el Evangelio Jesús cumple con las palabras proféticas de la sabiduría, comunica el amor gratuito de Dios al pecador Zaqueo, y éste se convierte, abre el corazón y las manos. El gesto de Zaqueo, que restituye el cuádruple a todos aquellos que había defraudado y da la mitad de sus bienes a los pobres, nace de una conversión interior, de un cambio de ruta que acontece en el encuentro con Jesús.

Encontrando el amor, descubriendo el ser amado uno llega a ser capaz de encontrarse con los otros, y se comienza a mirar con ojos distintos, no más como sujetos de los cuales gozarse, sino personas a las cuales hay que amar. Cristo, que es huésped de Zaqueo, ilumina este cambio, y lo interpreta en el sentido de la gracia y de la liberación: “Hoy, la salvación, ha entrado en esta casa”. Cristo es, verdaderamente, el evangelizador de todos: pobres y ricos. Pero su preferencia está con los pobres y los últimos: “He sido enviado para anunciar a los pobres un alegre mensaje”.

Jesús, en el Evangelio, deplora la hipocresía de los guías espirituales del pueblo, que no dan ejemplo de coherencia entre aquello que enseñan y aquello que hacen. Muestran una piedad no auténtica y se preocupan solamente de ser honrados y respetados. Jesús prohíbe a sus discípulos el atribuirse honores que solamente corresponden a Dios, único Padre, y a Cristo, único Maestro de todos. Jesús no actúa de palabra. Se preocupa de educar el espíritu. Lo que verdaderamente le importa es que sus discípulos estén clara y profundamente convencidos de ejercitar el oficio de padres y de maestros, en una total dependencia de Dios y de Cristo, como humildes servidores de sus hermanos. Esto lo harán, no en su propio nombre, sino que en nombre y por mandato recibido de Cristo.

Antífona de entrada Cf. Sal 37, 22-23 

Señor, no me abandones, Dios mío, no te quedes lejos de mí; apresúrate a venir en mi ayuda, mi Señor, mi Salvador. 

ORACIÓN COLECTA

Dios omnipotente y lleno de misericordia, que concedes a tus fieles celebrar dignamente esta liturgia de alabanza; te pedimos que nos ayudes a caminar sin tropiezos hacia los bienes prometidos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Te compadeces de todos, porque amas todo lo que existe.

Lectura del libro de la Sabiduría   11, 22—12, 2

Señor, el mundo entero es delante de ti como un grano de polvo que apenas inclina la balanza, como una gota de rocío matinal que cae sobre la tierra. Tú te compadeces de todos, porque todo lo puedes, y apartas los ojos de los pecados de los hombres para que ellos se conviertan.

Tú amas todo lo que existe y no aborreces nada de lo que has hecho, porque sí hubieras odiado algo, no lo habrías creado. ¿Cómo podría subsistir una cosa si Tú no quisieras? ¿Cómo se conservaría si no la hubieras llamado? 

Pero Tú eres indulgente con todos, ya que todo es tuyo, Señor que amas la vida, porque tu espíritu incorruptible está en todas las cosas. 

Por eso reprendes poco a poco a los que caen, y los amonestas recordándoles sus pecados, para que se aparten del mal y crean en ti, Señor.

SALMO RESPONSORIAL   144, 1-2. 8-11. 13c-14

R/Bendeciré al Señor siempre y en todo lugar

Te alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey, y bendeciré tu Nombre eternamente; día tras día te bendeciré, y alabaré tu Nombre sin cesar.

El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus criaturas.

Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder.

El Señor es fiel en todas sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que caen y endereza a los que están encorvados.

SEGUNDA LECTURA

El Nombre del Señor Jesús será glorificado en ustedes, y ustedes en Él.

Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica  

1, 11-2, 2

Hermanos:

Rogamos constantemente por ustedes a fin de que Dios los haga dignos de su llamado, y lleve a término en ustedes, con su poder, todo buen propósito y toda acción inspirada en la fe. Así el Nombre del Señor Jesús será glorificado en ustedes, y ustedes en Él, conforme a la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.

Acerca de la Venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con Él, les rogamos, hermanos, que no se dejen perturbar fácilmente ni se alarmen, sea por anuncios proféticos, o por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que hacen creer que el Día del Señor ya ha llegado.

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO   Jn 3, 16

Aleluya.

Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único; todo el que cree en Él tiene Vida eterna. Aleluya.

EVANGELIO

El Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 19, 1-10

Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicómoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.

Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa. Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: Se ha ido a alojar en casa de un pecador. Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: Señor, yo doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le doy cuatro veces más.

Y Jesús le dijo: Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

Oración de los fieles

Pidamos, hermanos, al Señor que escuche nuestras oraciones y nos conceda el auxilio que necesitamos:

Para que Dios derrame en su Iglesia el Espíritu de piedad y fortaleza, que suscite numerosos y dignos ministros del altar y testigos celosos y humildes del Evangelio, roguemos al Señor.

Para que Dios infunda en el corazón de los gobernantes la voluntad de promover el bien de sus súbditos, a fin de que todos puedan realizarse debidamente y reinen en el mundo la justicia y la igualdad, roguemos al Señor.

Para que el Señor fortalezca a los moribundos que luchan en su último combate, los libre de las tentaciones y no permita que nosotros, al llegar la hora de abandonar este mundo, caigamos en manos del enemigo, roguemos al Señor.

Para que Dios conceda a nuestros familiares y amigos el perdón de sus pecados, una vida próspera y el don de la caridad, roguemos al Señor.

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