Eucaristía del Domingo 13 de Noviembre de 2022
Domingo trigesimotercero del tiempo ordinario
Salterio I
Color: verde
INTRODUCCIÓN
Hace varios domingos empezamos el recorrido del Señor camino a Jerusalén donde debía ser glorificado. En el Evangelio de hoy ya está llegando y se enfrenta a la ciudad con esa vista impresionante al templo desde en el Monte de los Olivos. A lo largo del camino ha ido entregando su enseñanza, sobre todo ha entregado su propuesta de hombre nuevo y de mundo nuevo a través del servicio a los demás.
Frente al esplendor y majestuosidad del Templo, el Señor anuncia el advenimiento de un mundo nuevo, que nosotros sabemos llegará con su Pascua. Y el lenguaje que utiliza es apocalíptico, para señalar el término de una era y el inicio de una nueva. Es un lenguaje común en esa época, donde se suele describir la caída y destrucción de Babilonia como el término del mundo antiguo y el advenimiento de Jerusalén como el tiempo nuevo. Nosotros rápidamente lo interpretamos como el fin del mundo, o incluso como una descripción de los tiempos actuales. Y es cierto, pues es el fin del mundo viejo, el de los criterios mundanos, y es el nacimiento del hombre nuevo. Los términos empleados de destrucción, guerra, terremoto y peste dicen relación con ese corazón viejo que debe morir para dar paso a una nueva vida en Cristo. Es el mundo que gime con dolores de parto, pues debe morir para nacer de nuevo.
Han pasado dos mil años y nos preguntamos qué pasó con esa promesa, ¿era sólo un sueño? Pareciera que todavía siguen gobernando en este mundo el corazón egoísta, competitivo, violento y abusador. Vemos nuestra realidad presente, con toda la injusticia que vivimos y también con su violencia, y podríamos creer que la propuesta del Señor era solo una ilusión. Son los que quieren perpetuar el mundo antiguo. Pero no es así. No se trata de que cambien las instituciones, las leyes o los gobernantes. Ese no es el mundo nuevo si es que no cambia nuestro corazón. Es con nuestras vidas como debemos testimoniar este hombre y este mundo nuevo. De manera que quienes vean nuestra vida comprendan lo que es un mundo realmente humano.
Que la misma crisis social que estamos viviendo nos motive a cambiar nuestro corazón y a dar testimonio de lo que Cristo hace en nosotros. Sabemos que eso nos significa incomprensión y burla, es parte de ese orden antiguo que se niega a morir y no quiere transformarse. El Reino de Dios comienza aquí y ahora, y nosotros somos parte de él.
Antífona de entrada Cf. Jer 29, 11. 12. 14
Dice el Señor: Yo tengo designios de paz y no de aflicción. Invóquenme y los escucharé y pondré fin a su cautiverio.
ORACIÓN COLECTA
Señor y Dios nuestro, concédenos vivir siempre con alegría bajo tu mirada, ya que la felicidad plena y duradera consiste en servirte a ti, fuente y origen de todo bien. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
Para ustedes brillará el sol de justicia.
Lectura de la profecía de Malaquías 3, 19-20a
Llega el Día, abrasador como un horno.
Todos los arrogantes y los que hacen el mal serán como paja; el Día que llega los consumirá, dice el Señor de los ejércitos, hasta no dejarles raíz ni rama.
Pero para ustedes, los que temen mi Nombre, brillará el sol de justicia que trae la salud en sus rayos.
SALMO RESPONSORIAL 97, 5-9
R/. El Señor viene a gobernar los pueblos.
Canten al Señor con el arpa y al son de instrumentos musicales; con clarines y sonidos de trompeta aclamen al Señor, que es Rey.
Resuene el mar y todo lo que hay en él, el mundo y todos sus habitantes; aplaudan las corrientes del océano, griten de gozo las montañas al unísono.
Griten de gozo delante del Señor, porque Él viene a gobernar la tierra; Él gobernará el mundo con justicia, y los pueblos con rectitud.
SEGUNDA LECTURA
El que no quiera trabajar, que no coma.
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica 3, 6-12
Hermanos:
Les ordenamos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se aparten de todo hermano que lleve una vida ociosa, contrariamente a la enseñanza que recibieron de nosotros. Porque ustedes ya saben cómo deben seguir nuestro ejemplo. Cuando estábamos entre ustedes, no vivíamos como holgazanes, y nadie nos regalaba el pan que comíamos. Al contrario, trabajábamos duramente, día y noche, hasta cansarnos, con tal de no ser una carga para ninguno de ustedes. Aunque teníamos el derecho de proceder de otra manera, queríamos darles un ejemplo para imitar.
En aquella ocasión les impusimos esta regla: el que no quiera trabajar, que no coma. Ahora, sin embargo, nos enteramos de que algunos de ustedes viven ociosamente, no haciendo nada y entrometiéndose en todo. A éstos les mandamos y les exhortamos en el Señor Jesucristo que trabajen en paz para ganarse su pan.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Lc 21, 28
Aleluya.
Tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación. Aleluya.
EVANGELIO
Gracias a la constancia salvarán sus vidas.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 21, 5-19
Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: “De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido”.
Ellos le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?”
Jesús respondió: “Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: “Soy yo”, y también: “El tiempo está cerca”. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin”.
Después les dijo: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.
Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.
Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque Yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.
Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas”.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Pidamos, hermanos, al Señor que escuche nuestras súplicas y acoja con bondad nuestras peticiones:
Para que el Señor, el único que puede inspirar y llevar a término los buenos propósitos, multiplique el número de fieles que, abandonando todas las cosas, se consagren exclusivamente a él en la vida religiosa, roguemos al Señor.
Para que Dios, al que han de servir los poderes humanos, conceda a los jefes de las naciones buscar la voluntad divina, temer a Dios en el cumplimiento de su misión y acertar en sus decisiones, roguemos al Señor.
Para que Dios, que ha creado los alimentos para los seres vivos, mire con misericordia a las criaturas que en distintos lugares pasan hambre y les conceda el alimento necesario, roguemos al Señor.
Para que el Señor, que nos ha dado el mandamiento nuevo del amor, nos dé fuerza para amar a nuestros enemigos y para cumplir su precepto de devolver bien por mal, roguemos al Señor.