Octubre 15, 2024

Parroquia Nuestra Señora de la Buena Esperanza

Santuario San Sebastian de Panimavida

Eucaristía del Domingo 20 de Noviembre de 2022

Domingo trigesimocuarto del tiempo ordinario
Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo
Solemnidad
Salterio II

Color: blanco

INTRODUCCIÓN

Cuando miramos la historia, vemos que ha habido grandes imperios con grandes líderes: los asirios, los babilonios, los persas, los egipcios, los griegos, los romanos… Sin embargo, todos ellos han caído. Ellos han tenido un momento de gloria y poder, pero luego se han degradado y han terminado en tragedias y sangre, guerras, violencia y crueldad. Así son los reinos de este mundo: pasan y desaparecen.

Nos preguntamos ¿no habrá un reino que permanezca? Queremos dedicar nuestra vida a un proyecto que permanezca, no uno que luego desaparecerá. Queremos que nuestro pasar por el mundo permanezca y trascienda. A esto responde el evangelio de hoy, indica un reino que permanece para siempre: el reino de Jesús de Nazaret. A él vale la pena unir la propia vida. 

Hay que aclarar que muchas veces se ha mal interpretado este reino, confundiéndolo con pompa, poder, riqueza, honores, influencia política. Al igual que los reinos de este mundo. Hemos intentado construir el reino de Cristo siguiendo el modelo de los reinos de este mundo. El mismo Jesús tuvo que enfrentar esta tentación. Este gran engaño lo podemos reducir en “piensa en ti mismo, tú debes estar bien”. El evangelio de hoy nos presenta el último intento del maligno de apartar a Jesús de su proyecto, de su diseño del reino, de su propuesta de hombre y mundo nuevo.

El texto de hoy habla de la entronización de Cristo como rey. De este trono no será destronado. Pasarán los otros reinos, pero el de Cristo no. El lugar no es un palacio, sino el calvario. El trono es una cruz. Los reyes vestían de púrpura, este rey está desnudo. Su corte son dos ladrones crucificados con él. La corona es de espinas. A los pies de la cruz, del trono, están el pueblo perplejo, los jefes, quienes pertenecen al mundo antiguo y los soldados que obedecen. Cristo no hace el milagro de bajarse de la cruz, pues les hubiera mostrado un Dios poderoso, como el que ellos creían. El Dios de Jesús no es el dominador, sino el servidor, que se manifiesta de manera especial en la cruz.

No sólo en nuestro país, sino en nuestro tiempo, pareciera que el sistema político y social se está desmoronando y que es necesaria una nueva forma de convivencia. Ojalá tengamos la claridad suficiente para comprender que la propuesta no puede basarse en el “piensa en ti mismo”, sino justo lo contrario: piensa en los demás. Esto es lo que en definitiva permanece. 

Antífona de entrada             Ap 5, 12; 1, 6

El Cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder y la riqueza, la

sabiduría, la fuerza y el honor. A él pertenecen la gloria y el imperio para siempre.

ORACIÓN COLECTA 

Dios todopoderoso y eterno, que quisiste restaurar todas las cosas por tu amado

Hijo, Rey del universo, te pedimos que la creación entera, liberada de la esclavitud

del pecado, te sirva y te alabe eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,

que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos

de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Ungieron a David como rey de Israel.

Lectura del segundo libro de Samuel   5, 1-3

Todas las tribus de Israel se presentaron a David en Hebrón y le dijeron: ¡Nosotros somos de tu misma sangre! Hace ya mucho tiempo, cuando aún teníamos como rey a Saúl, eras tú el que conducía a Israel. Y el Señor te ha dicho: “Tú apacentarás a mi pueblo Israel y tú serás el jefe de Israel”.

Todos los ancianos de Israel se presentaron ante el rey en Hebrón. El rey estableció con ellos un pacto en Hebrón, delante del Señor, y ellos ungieron a David como rey de Israel.

SALMO RESPONSORIAL   121, 1-2. 4-5

R/¡Vamos con alegría a la Casa del Señor!

¡Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la Casa del Señor”! Nuestros pies ya están pisando tus umbrales, Jerusalén.

Allí suben las tribus, las tribus del Señor, según es norma en Israel, para celebrar el Nombre del Señor. Porque allí está el trono de la justicia, el trono de la casa de David.

SEGUNDA LECTURA

Nos hizo entrar en el Reino de su Hijo muy querido.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas 1, 12-20

Hermanos:

Demos gracias al Padre, que nos ha hecho dignos de participar de la herencia luminosa de los santos. Porque Él nos libró del poder de las tinieblas y nos hizo entrar en el Reino de su Hijo muy querido, en quien tenemos la redención y el perdón de los pecados.

Él es la Imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación, porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades: todo fue creado por medio de Él y para Él.

Él existe antes que todas las cosas y todo subsiste en Él.

Él es también la Cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia.

Él es el Principio, el Primero que resucitó de entre los muertos, a fin de que Él tuviera la primacía en todo, porque Dios quiso que en Él residiera toda la Plenitud.

Por Él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz.

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO   Mc 11, 9. 10

Aleluya.

¡Bendito el que viene en Nombre del Señor! ¡Bendito el Reino que ya viene, el Reino de nuestro padre David! Aleluya.

EVANGELIO

Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 23, 35-43

Después que Jesús fue crucificado, el pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían: Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, sí es el Mesías de Dios, el Elegido!

También los soldados se burlaban de Él y, acercándose para ofrecerle vinagre, le decían: Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!

Sobre su cabeza había una inscripción: Este es el rey de los judíos.

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:

¿No eres Tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.

Pero el otro lo increpaba, diciéndole: ¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que Él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero Él no ha hecho nada malo.

Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino.

Él le respondió: Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso.

ORACIÓN DE LOS FIELES

Dirijamos, llenos de confianza, nuestras súplicas a Cristo, supremo señor de la vida y de la muerte y rey de todas las criaturas del cielo y de la tierra:

Para que los pastores y fieles de la Iglesia se esfuercen con celo para reconciliar al universo con Dios y en pacificar por la sangre de la cruz de Jesucristo a todas las criaturas, roguemos al Señor.

Para que la semilla evangélica, escondida en las diversas religiones y culturas, germine y se manifieste, y todos los hombres reconozcan con gozo que Cristo es Señor, para gloria de Dios Padre, roguemos al Señor

Para que quienes aún viven bajo el dominio de la ignorancia, el pecado o la angustia sean trasladados al reino de Cristo y encuentren el fin de sus penas, roguemos al Señor.

Para que los que hoy celebramos la solemnidad de Cristo, Señor supremo del universo, a quien están destinadas todas las cosas, participemos también un día en la herencia del pueblo santo, en el reino de la luz, roguemos al Señor.

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