Julio 27, 2024

Parroquia Nuestra Señora de la Buena Esperanza

Santuario San Sebastian de Panimavida

Eucaristía del Domingo 18 de Diciembre de 2022

Domingo cuarto de Adviento
Salterio IV
Color: morado

INTRODUCCIÓN

Estamos cerca de la Navidad. Hemos recorrido este Adviento en un contexto especial de incertidumbre y tensión social. Esta es claramente la propuesta del mundo. Pero también nos hemos cuestionado nuestra forma de vida y nos damos cuenta de que muchas cosas, tanto personales como sociales deben cambiar. Los evangelios y lecturas de este tiempo nos han invitado a transformar el desierto en un valle florido, transformando el miedo y la incerteza en alegría y esperanza. Y la razón de esto es que Dios está con nosotros.

Precisamente ese será el nombre que escuchamos en el evangelio de hoy. Es el que le revela el ángel a José. Él, un hombre justo, se encuentra en una situación de incertidumbre y miedo por el embarazo de María. Es entonces cuando el ángel lo anima a acoger al Emmanuel, al “Dios con nosotros”. Ese Dios que siempre ha estado con su pueblo, es el que se hace hombre, con todas las dimensiones de esta humanidad que eso significa. No es que sólo tome un cuerpo humano, sino que se hace verdaderamente uno de nosotros, llegando a experimentar el sufrimiento y la muerte. José se abre entonces a esta presencia nueva de Dios y pone su vida a disposición de ese plan de salvación. Seguramente sin comprender mucho todavía el embarazo de su futura mujer lo mueve la caridad y la confianza en Dios y la acoge en su casa. Es entonces cuando ocurre su gran transformación, pasando de ser un hombre bueno y justo a un hombre santo, un hombre de Dios. 

Ésta es nuestra invitación para la Navidad: acoger al Señor en nuestra vida, responder a la adversidad con caridad y esperanza. Pasar de ser hombres y mujeres buenos a ser santos.

Antífona de entrada  Cf. Is 45, 8 

Envíen los cielos el rocío de lo alto, y las nubes derramen la justicia. Abrase la tierra y brote el Salvador. 

ORACIÓN COLECTA 

Señor, derrama tu gracia en nuestros corazones, y ya que hemos conocido por el anuncio del Ángel la encarnación de tu Hijo Jesucristo, condúcenos por su Pasión y su Cruz, a la gloria de la resurrección. Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Miren, la virgen está embarazada.

Lectura del libro de Isaías   7, 10-14 

El Señor habló a Ajaz en estos términos:

Pide para ti un signo de parte del Señor, en lo profundo del Abismo, o arriba, en las alturas.

Pero Ajaz respondió:

No lo pediré ni tentaré al Señor.

Isaías dijo:

Escuchen, entonces, casa de David: ¿Acaso no les basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios? Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la virgen está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel.

SALMO RESPONSORIAL   23, 1-6

R/Va a entrar el Señor, el rey de la gloria.

Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, el mundo y todos sus habitantes porque Él la fundó sobre los mares, Él la afirmó sobre las corrientes del océano. 

¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor y permanecer en su recinto sagrado? El que tiene las manos limpias y puro el corazón; el que no rinde culto a los ídolos. 

Él recibirá la bendición del Señor, la recompensa de Dios, su salvador. Así son los que buscan al Señor, los que buscan tu rostro, Dios de Jacob. 

SEGUNDA LECTURA

Jesucristo, nacido de la estirpe de David, Hijo de Dios.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma   1, 1-7

Carta de Pablo, servidor de Jesucristo, llamado para ser Apóstol, y elegido para anunciar la Buena Noticia de Dios, que Él había prometido por medio de sus Profetas en las Sagradas Escrituras, acerca de su Hijo, Jesucristo, nuestro Señor, nacido de la estirpe de David según la carne, y constituido Hijo de Dios con poder según el Espíritu santificador, por su resurrección de entre los muertos.

Por Él hemos recibido la gracia y la misión apostólica, a fin de conducir a la obediencia de la fe, para gloria de su Nombre, a todos los pueblos paganos, entre los cuales se encuentran también ustedes, que han sido llamados por Jesucristo.

A todos los que están en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos, lleguen la gracia y la paz, que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO   Mt 1,23

Aleluya.

La virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, Dios con nosotros. Aleluya.

EVANGELIO

Jesús nacerá de María, comprometida con José, hijo de David.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo   1,18-24

Éste fue el origen de Jesucristo:

María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.

Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su Pueblo de todos sus pecados.

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta:

“La Virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emanuel”, que traducido significa: Dios con nosotros.

Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa.

ORACIÓN DE LOS FIELES

Pidamos, hermanos, el auxilio del Señor, para que, apiadado del pobre y del indigente, venga a salvar al mundo de sus males:

Para que todos los fieles se dispongan a recibir a Cristo como lo recibió María y como ella conserven sus palabras en el corazón, roguemos al Señor.

Para que aquellos hermanos nuestros que han abandonado las prácticas cristianas pero acudirán a la iglesia en las próximas fiestas de Navidad descubran la buena noticia del Evangelio, no como un rayo fugaz en la noche, sino como luz permanente que ilumina y alegra toda la vida, roguemos al Señor.

Para que las fiestas del nacimiento del Señor alejen las tinieblas de quienes viven sumergidos en dudas e incertidumbres y colmen los deseos de quienes se sienten descorazonados y tristes, roguemos al Señor.

Para que el nacimiento de Cristo nos ayude a renunciar a los deseos mundanos y a vivir sobria y honradamente esperando la aparición definitiva del Señor, roguemos al Señor.

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