Eucaristía del Domingo 21 de Mayo de 2023
La Ascensión del Señor
Solemnidad
Salterio III
Color: blanco
La Ascensión de Cristo al cielo marca el fin de su presencia visible entre los hombres, pero solamente hasta el fin del mundo cuando Él vendrá glorioso. Cristo queda invisible pero operante en su Iglesia. Los apóstoles, testimonio privilegiado del misterio pascual de Cristo, anunciarán al mundo entero el mensaje salvífico del Evangelio. Con la mediación de los apóstoles a los cuales Cristo promete su espíritu, todos podrán encontrar al salvador y unirse a él.
Exaltado a la diestra del Padre en los cielos, Cristo, plenitud de la divinidad es el jefe invisible de la Iglesia, su cuerpo místico que es planificado con su potencia y su gracia salvífica dando fundamento a nuestra esperanza de reencontrarlo en la gloria. Cristo ha subido al cielo con su humanidad y al fin del tiempo también nuestro cuerpo transformado por la omnipotencia de Dios resurgirá incorruptible para la gloria eterna.
Señor del cielo y de la tierra, Cristo transmite su poder a los apóstoles confiándoles una misión que tendrán que cumplir en todas las naciones y en todos los tiempos. Los apóstoles deberán enseñar suscitando, con el anuncio del mensaje, una adhesión personal y plena. El bautismo introducirá al creyente en la vida misma de Dios consagrándolo para siempre a las divinas personas de la Santísima Trinidad, pero el bautizado se debe comprometer a vivir su nacimiento sobrenatural para que todos vean sus obras buenas y den gloria al Padre celeste. Los creyentes, comprometidos en las realidades terrenas no perderán nunca de vista la suprema realidad de nuestra patria celeste, tendiendo hacia ella con implacable nostalgia.
Antífona de entrada Hech 1, 11
Hombres de Galilea, ¿por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús que les ha sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir. Aleluya.
Gloria
ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Dios todopoderoso, darte gracias con santa alegría, porque en la ascensión de Cristo, tu Hijo, nuestra humanidad es elevada junto a ti, ya que él, como cabeza de la Iglesia, nos ha precedido en la gloria que nosotros, su cuerpo, esperamos alcanzar. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
Lo vieron elevarse.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 1, 1-11
En mi primer Libro, querido Teófilo, me referí a todo lo que hizo y enseñó Jesús, desde el comienzo, hasta el día en que subió al cielo, después de haber dado, por medio del Espíritu Santo, sus últimas instrucciones a los Apóstoles que había elegido.
Después de su Pasión, Jesús se manifestó a ellos dándoles numerosas pruebas de que vivía, y durante cuarenta días se les apareció y les habló del Reino de Dios.
En una ocasión, mientras estaba comiendo con ellos, les recomendó que no se alejaran de Jerusalén y esperaran la promesa del Padre: “La promesa, les dijo, que yo les he anunciado. Porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo, dentro de pocos días”.
Los que estaban reunidos le preguntaron: “Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?”
Él les respondió: “No les corresponde a ustedes conocer el tiempo y el momento que el Padre ha establecido con su propia autoridad. Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra”.
Dicho esto, los Apóstoles lo vieron elevarse, y una nube lo ocultó de la vista de ellos. Como permanecían con la mirada puesta en el cielo mientras Jesús subía, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: “Hombres de Galilea, ¿por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús que les ha sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir”.
SALMO RESPONSORIAL 46, 2-3. 6-9
R/. El Señor asciende entre aclamaciones.
Aplaudan, todos los pueblos, aclamen al Señor con gritos de alegría; porque el Señor, el Altísimo, es temible, es el soberano de toda la tierra.
El Señor asciende entre aclamaciones, asciende al sonido de trompetas. Canten, canten a nuestro Dios, canten, canten a nuestro Rey.
El Señor es el Rey de toda la tierra, cántenle un hermoso himno. El Señor reina sobre las naciones el Señor se sienta en su trono sagrado.
SEGUNDA LECTURA
Lo hizo sentar a su derecha en el cielo.
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 1, 17-23
Hermanos:
Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente. Que Él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos, y la extraordinaria grandeza del poder con que Él obra en nosotros, los creyentes, por la eficacia de su fuerza.
Éste es el mismo poder que Dios manifestó en Cristo, cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, elevándolo por encima de todo Principado, Potestad, Poder y Dominación, y de cualquier otra dignidad que pueda mencionarse tanto en este mundo como en el futuro.
Él puso todas las cosas bajo sus pies y lo constituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia, que es su Cuerpo y la Plenitud de Aquél que llena completamente todas las cosas.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Mt 28, 19a. 20b
Aleluya.
“Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo”, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO
Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 28, 16-20
Después de la resurrección del Señor, los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de Él; sin embargo, algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les dijo: “Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que Yo les he mandado. Y Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”.
Credo
ORACIÓN DE LOS FIELES
Pongamos, hermanos, nuestra mirada en Jesús, nuestro gran sacerdote, que ha atravesado el cielo para interceder por nosotros, y pidámosle por las necesidades de todos los hombres:
Para que Cristo, desde el trono de su gloria, venga en ayuda de su Iglesia, que lucha en medio de las dificultades del mundo, y no permita que sus fieles se dejen cautivar por los bienes de la tierra, roguemos al Señor.
Para que Jesús, el Señor, que prometió que, al ser elevado sobre la tierra, atraería a todos hacia sí, revele su nombre a los hombres que aún no lo conocen, roguemos al Señor.
Para que el Señor, que con su triunfo ha glorificado nuestra carne colocándola cerca de Dios Padre, llene de esperanza a los que sufren enfermedades en el cuerpo o angustias en el espíritu, roguemos al Señor.
Para que el Señor, elevado al cielo, nos envíe el Espíritu Santo, para que nos enseñe a amar los bienes de arriba y a no dejarnos cautivar por las cosas de la tierra, roguemos al Señor.