Octubre 15, 2024

Parroquia Nuestra Señora de la Buena Esperanza

Santuario San Sebastian de Panimavida

Eucaristía del Domingo 02 de Julio de 2023

Domingo decimotercero del tiempo ordinario

Salterio I

Color: verde

INTRODUCCIÓN

El profeta Eliseo es acogido por una mujer rica, porque es un hombre de Dios y merece respeto y ayuda. La generosidad de estos anfitriones es premiada por parte del profeta que trae consigo los dones de Dios. 

En la segunda parte de la lectura del Evangelio, Jesús promete una adecuada recompensa a quien acoge a sus Apóstoles que lo representan a Él, que es el enviado del Padre y por lo tanto acogiendo a Cristo abren las puertas al Padre de los cielos. La ley de la hospitalidad era sagrada en el mundo antiguo, pero Jesús establece un principio nuevo insertándola en el clima del Evangelio. No se trata de cumplir con un deber de buena educación, sino de expresar la fe a fin de que la recompensa no sea expresión de una gratitud humana, sino de gratitud a Dios. En la primera parte del Evangelio, Jesús exige ser amado antes y más que los otros. No podemos olvidarnos de que Jesús es Dios y que el amor a Dios no puede tener competencia, porque es justamente este amor el que da sentido y valor a cualquier otro amor, reforzándolo y haciéndolo más precioso. 

Así como la cruz es condición esencial para seguir al Señor, de la misma manera acoger a los otros con generosa hospitalidad, es signo de fidelidad al mandamiento del amor. No se trata de acoger solamente a los compañeros y amigos –los paganos hacen lo mismo- sino que de acoger al forastero, al pobre, acoger a todo aquel que no puede hacer nada por nosotros. Nuestra actitud de acogida será muestra de disponibilidad, de gratitud. Nuestra disponibilidad hará que descubramos en el huésped, en el forastero y en el pobre, al divino forastero que no tiene un lugar donde recostar la cabeza. 

En el hambriento, en el que tiene sed, en el enfermo, en el prisionero, siempre encontraremos que es Jesús quien golpea nuestras puertas y pide hospitalidad y ayuda.

Antífona de entrada             Sal 46, 2 

Todos los pueblos aplaudan y aclamen al Señor con gritos de alegría. 

Gloria

ORACIÓN COLECTA 

Dios nuestro, que por la gracia de la adopción quisiste hacernos hijos de la luz; concédenos que no seamos envueltos en las tinieblas del error, sino que permanezcamos siempre en el esplendor de la verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 

PRIMERA LECTURA

Ése es un santo hombre de Dios.

Lectura del segundo libro de los Reyes  4, 8-11. 14-16a

Un día, Eliseo pasó por Sunám. Había allí una mujer pudiente, que le insistió para que se quedara a comer. Desde entonces, cada vez que pasaba, él iba a comer allí. Ella dijo a su marido: Mira, me he dado cuenta de que ese que pasa siempre por nuestra casa es un santo hombre de Dios. Vamos a construirle una pequeña habitación en la terraza; le pondremos allí una cama, una mesa, una silla y una lámpara, y así, cuando él venga, tendrá donde alojarse.

Un día Eliseo llegó por allí, se retiró a la habitación de arriba y se acostó. Entonces llamó a Guejazí, su servidor, y le preguntó: ¿Qué se puede hacer por esta mujer? Guejazí respondió: Lamentablemente, no tiene un hijo y su marido es viejoLlámala, dijo Eliseo. Cuando la llamó, ella se quedó junto a la puerta, y Eliseo le dijo: El año próximo, para esta misma época, tendrás un hijo en tus brazos.

SALMO RESPONSORIAL   88, 2-3. 16-19

R/. Cantaré eternamente el amor del Señor.

Cantaré eternamente el amor del Señor, proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones. Porque Tú has dicho: Mi amor se mantendrá eternamente, mi fidelidad está afianzada en el cielo.

¡Feliz el pueblo que sabe aclamarte! Ellos caminarán a la luz de tu rostro; se alegrarán sin cesar en tu Nombre, serán exaltados a causa de tu justicia.

Porque Tú eres su gloria y su fuerza; con tu favor, acrecientas nuestro poder. Sí, el Señor es nuestro escudo, el Santo de Israel es realmente nuestro rey.

SEGUNDA LECTURA

Sepultados con Cristo en el bautismo llevemos una vida nueva.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma  6, 3-4. 8-11

Hermanos:

¿No saben ustedes que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús, nos hemos sumergido en su muerte? Por el bautismo fuimos sepultados con Él en la muerte, para que así como Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva.

Pero si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él. Sabemos que Cristo, después de resucitar, no muere más, porque la muerte ya no tiene poder sobre Él. Al morir, Él murió al pecado, una vez por todas; y ahora que vive, vive para Dios. Así también ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO  1Ped 2, 9

Aleluya.

Ustedes, son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de Aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz. Aleluya.

EVANGELIO

El que no toma su cruz no es digno de mí. El que los recibe a ustedes me recibe a mí.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo   10, 37-42

Dijo Jesús a sus apóstoles:

El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.

El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.

El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.

El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a Aquél que me envió.

El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo.

Les aseguro que cualquiera que dé a beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa.

Credo

ORACIÓN DE LOS FIELES

Pidamos, hermanos, al Señor que escuche nuestras oraciones, para que podamos alegrarnos al recibir su ayuda:

Por los ministros de la Iglesia que han consagrado su vida al Señor y por todos los pueblos que adoran al Dios verdadero, roguemos a Cristo, el Señor.

Para que el tiempo sea bueno y todos podamos gozar de una naturaleza limpia en la bella sucesión de las diversas estaciones, roguemos al Dios que con sabiduría gobierna al mundo.

Por los que son víctimas de la debilidad humana, del espíritu de odio o de envidia o de los otros vicios del mundo, roguemos al Redentor misericordioso.

Encomendémonos mutuamente al Señor, pongamos toda nuestra existencia en sus manos y oremos con confianza al autor y guardián de todo lo que tenemos y poseemos.

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