Octubre 15, 2024

Parroquia Nuestra Señora de la Buena Esperanza

Santuario San Sebastian de Panimavida

Eucaristía del Domingo 06 de Agosto de 2023

Domingo decimoctavo del tiempo ordinario
La Transfiguración del Señor
Fiesta 
Color: blanco

INTRODUCCION

Todos los años en el segundo domingo de Cuaresma, la Iglesia medita el relato del Evangelio de la Transfiguración de Jesús: en ese tiempo sirve de preparación al triduo Pascual, porque fija nuestra mirada en la muerte y la resurrección del Señor, la luz de la Transfiguración anticipa, de alguna manera, el misterio pascual completo.

La fiesta de hoy retoma ese relato, pero desde la perspectiva pascual y con una proyección escatológica: Jesús es verdaderamente Dios, tal como lo comprendieron los tres testigos privilegiados de la Transfiguración: Pedro, Santiago y Juan.

Daniel contempla la misteriosa figura de un “hijo del hombre” que se presenta ante el trono de Dios y de él recibe honor y gloria.

Pedro, presente en la Transfiguración, da testimonio de lo que contempla y escucha en la montaña cuando Cristo se manifiesta glorioso, siempre en toda circunstancia la palabra de Dios ilumina la vida de fe y la vida de los creyentes.

La Transfiguración permite a los discípulos contemplar la gloria de Jesucristo y de esa manera comprender y aceptar el misterio de la cruz.

El discípulo del Señor, el de ayer y el de hoy, en esta fiesta de la Transfiguración, llegan a comprender que sin cruz no hay victoria.

Antífona de entrada             Cf. Mt 17, 5 

En una nube luminosa se apareció el Espíritu Santo, se oyó la voz del Padre: Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección, escúchenlo. 

Gloria 

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que en la transfiguración gloriosa de tu Hijo unigénito confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de los profetas y prefiguraste admirablemente la perfecta adopción como hijos tuyos, concédenos que, escuchando la voz de tu Hijo amado, merezcamos ser coherederos suyos. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Su vestidura era blanca como la nieve.

Lectura de la profecía de Daniel 7, 9-10. 13-14

Daniel continuó el relato de sus visiones, diciendo:

Yo estuve mirando hasta que fueron colocados unos tronos y un Anciano se sentó.

Su vestidura era blanca como la nieve y los cabellos de su cabeza como la lana pura; su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente. Un río de fuego brotaba y corría delante de Él. Miles de millares lo servían, y centenares de miles estaban de pie en su presencia. El tribunal se sentó y fueron abiertos unos libros.

Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas, y vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombre; Él avanzó hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta Él.

Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas.

Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido.

SALMO RESPONSORIAL 96,1-2. 5-6. 9

R/El Señor reina, altísimo por encima de toda la tierra.

¡El Señor reina! Alégrese la tierra, regocíjense las islas incontables. Nubes y Tinieblas lo rodean, la Justicia y el Derecho son la base de su trono.

Las montañas se derriten como cera delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra. Los cielos proclaman su justicia y todos los pueblos contemplan su gloria.

Porque Tú, Señor, eres el Altísimo: estás por encima de toda la tierra, mucho más alto que todos los dioses. 

SEGUNDA LECTURA

Oímos esta voz que venía del cielo.

Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pedro 1, 16-19

Queridos hermanos:

No les hicimos conocer el poder y la Venida de nuestro Señor Jesucristo basados en fábulas ingeniosamente inventadas, sino como testigos oculares de su grandeza.

En efecto, Él recibió de Dios Padre el honor y la gloria, cuando la Gloria llena de majestad le dirigió esta palabra: Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección. Nosotros oímos esta voz que venía del cielo, mientras estábamos con Él en la montaña santa.

Así hemos visto confirmada la palabra de los profetas, y ustedes hacen bien en prestar atención a ella, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro hasta que despunte el día y aparezca el lucero de la mañana en sus corazones.

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Mt 17, 5c

Aleluya.

Éste es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo. Aleluya.

EVANGELIO

Su rostro resplandecía como el sol.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 17, 1-9

Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz. De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús.

Pedro dijo a Jesús: Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube:

Éste es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo.

Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: Levántense, no tengan miedo.

Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo. Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.

Credo 

ORACIÓN DE LOS FIELES

Invoquemos, hermanos, a Dios, nuestro Padre, que, al revelarnos la gloria de su Hijo amado, nos muestra la esperanza a la que estamos llamados:

Para que Dios conceda a las Iglesias de Oriente, que hoy celebran con gran solemnidad la Transfiguración de Jesucristo, encontrar su gozo en el hecho de que la luz de la gloria del Señor resplandezca sobre ellas, roguemos al Señor.

Para que quienes empiezan a sentirse atraídos por el Evangelio encuentren quien los ayude a transformar la simple admiración en una fe plena en Jesucristo, roguemos al Señor.

Para que Dios fortalezca a los enfermos con la esperanza de que su condición humilde será trasformada según el modelo de la condición gloriosa de Jesucristo, roguemos al Señor.

Para que el Dios de la gloria, que nos llama a vivir en su presencia, nos conceda el espíritu de contemplación y oración, de manera que gustemos ya desde ahora el gozo que nos prepara en el cielo, roguemos al Señor.

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