Julio 27, 2024

Parroquia Nuestra Señora de la Buena Esperanza

Santuario San Sebastian de Panimavida

Eucaristía del Domingo 31 de Diciembre de 2023

La Sagrada Familia de Jesús, María y José
Fiesta 
Color: blanco

INTRODUCCION

En la familia no todo es idilio, paz y serenidad. Ella pasa muchas veces por el sufrimiento, por las dificultades, por las crisis del trabajo, las inmigraciones. En la Sagrada Familia, como en toda familia, existen alegrías y sufrimientos. La liturgia, al proponernos las dos primeras lecturas, manifiesta la intención de la Iglesia de proponer la Sagrada familia como modelo de la vida cristiana. La primera lectura nos recuerda honrar al padre y a la madre, según la voluntad del Señor.

A la Sagrada Familia no le fue extraño el sufrimiento. La persecución de Herodes la lleva, en el alba de la vida de Jesús, a tener que enfrentar riesgos, que no dañaron la fe de María y de José y de su obediencia a la voluntad del Señor. Voluntad del Señor que los protege y los guía. Obedeciendo la voluntad de Dios, la Sagrada familia se salvó. El secreto de la cohesión y de la prosperidad de la familia cristiana es una fe intrépida, una esperanza lúcida, una amorosa y sufrida fidelidad a la voluntad que el Señor ha expresado en sus mandamientos.

En este domingo, pongamos en el centro de nuestra Eucaristía a todas las familias, especialmente a todas aquellas que sufren dificultades, a las que experimentan la amargura de la cesantía, a las que experimentan el dolor de la separación, a las que se les asoma la posibilidad de un quiebre. Con nuestra mirada en la familia de Jesús, María y José, oremos por todas las familias.

Antífona de entrada             Cf. Lc 2, 16 

Los pastores fueron rápidamente y encontraron a María, a José y al recién nacido acostado en el pesebre. 

Gloria 

ORACIÓN COLECTA

Dios y Padre nuestro, que en la Sagrada Familia nos ofreces un verdadero modelo de vida, concédenos que, imitando en nuestros hogares las mismas virtudes y unidos por el amor, podamos llegar, todos juntos, a gozar de los premios eternos en la casa del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Tu heredero será alguien que nacerá de ti.

Lectura del libro del Génesis 15, 1-6; 17, 5; 21, 1-3

En aquellos días, la palabra del Señor llegó a Abrám en una visión, en estos términos: No temas, Abrám. Yo soy para ti un escudo. Tu recompensa será muy grandeSeñor, respondió Abrám, ¿para qué me darás algo, si yo sigo sin tener hijos, y el heredero de mi casa será Eliezer de Damasco?” Después añadió: Tú no me has dado un descendiente, y un servidor de mi casa será mi heredero.

Entonces el Señor le dirigió esta palabra: No, ése no será tu heredero; tu heredero será alguien que nacerá de ti”. Luego lo llevó afuera y continuó diciéndole: “Mira hacia el cielo y si puedes, cuenta las estrellas”. Y añadió: “Así será tu descendencia”.

Abrám creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación. Y le dijo: “Ya no te llamarás más Abrám: en adelante tu nombre será Abraham, para indicar que Yo te he constituido Padre de una multitud de naciones”.

El Señor visitó a Sara como lo había dicho, y obró con ella conforme a su promesa.

En el momento anunciado por Dios, Sara concibió y dio un hijo a Abraham, que ya era anciano. Cuando nació el niño que le dio Sara, Abraham le puso el nombre de Isaac.

SALMO RESPONSORIAL    104, 1b-6. 8-9

R/. El Señor, se acuerda eternamente de su Alianza.

¡Den gracias al Señor, invoquen su Nombre, hagan conocer entre los pueblos sus

proezas; canten al Señor con instrumentos musicales, pregonen todas sus maravillas!

¡Gloríense en su santo Nombre, alégrense los que buscan al Señor! ¡Recurran al

Señor y a su poder, busquen constantemente su rostro!

¡Recuerden las maravillas que Él obró, sus portentos y los juicios de su boca!

Descendientes de Abraham, su servidor, hijos de Jacob, su elegido.

Él se acuerda eternamente de su Alianza, de la palabra que dio por mil generaciones,

del pacto que selló con Abraham, del juramento que hizo a Isaac.

SEGUNDA LECTURA

La fe de Abraham, de Sara y de Isaac.

Lectura de la carta a los Hebreos 11, 8. 11-12. 17-19

Hermanos:

Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba. También por la fe, Sara, siendo estéril, recibió el poder deconcebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar.

Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac como ofrenda: él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas, a aquél de quiense había anunciado: “De Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre”. Y lo ofreció, porque pensaba que Dios tenía poder, aun para resucitar a los muertos. Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un símbolo.

EVANGELIO

ACLAMACIÓN AL EVANGELIO    Heb 1, 1-2

Aleluya.

Después de haber hablado a nuestros padres por medio de los profetas, en este tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo. Aleluya.

EVANGELIO

El niño crecía, lleno de sabiduría.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 2, 22-40

Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: “Todo varón primogénito será consagrado al Señor”. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.

Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: “Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has

prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel”.

Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: “Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será

signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón.

Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos”.

Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con Él.

CREDO

ORACIÓN DE LOS FIELES

Oremos, hermanos, a Jesucristo, el Señor, que, para santificar la familia, quiso compartir la vida de un hogar humano:

Para que el Señor, que quiso participar de la vida de familia en el hogar de María y José, mantenga en paz y armonía a todas las familias cristianas, roguemos al Señor.

Para que los novios sientan la presencia de Dios en la vivencia de su amor mutuo y se preparen santamente para su matrimonio, roguemos al Señor.

Para que Dios ilumine y consuele a las familias desunidas, a los esposos que han de vivir separados por causa del trabajo, a los hijos de los divorciados, a los hogares sin hijos y a los que lloran la muerte de sus familiares, roguemos al Señor.

Para que nos esforcemos por vivir en paz y armonía con nuestros familiares (con los miembros de nuestra comunidad), superando con bondad, comprensión y caridad fraterna nuestras mutuas desavenencias, roguemos al Señor.

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