Eucaristía del Miércoles 05 de Junio de 2024
Miércoles de la novena semana del tiempo ordinario
San Bonifacio, obispo y mártir
Memoria obligatoria
Color: rojo
El monje inglés Winfrid (siglo VII), a quien Gregorio II dio el nombre de Bonifacio, es el apóstol de Germania y el reorganizador de la Iglesia de Baviera y Turingia. Ordenado obispo de Maguncia por el Papa, recorrió toda Germania, estableciendo diócesis y creando monasterios, entre los que sobresale el de Fulda, donde descansan sus restos. Murió asesinado junto con cincuenta y dos compañeros, en Dokkum (Holanda).
Antífona de comunión Sal 95, 3-4
Anuncien la gloria del Señor entre las naciones y sus maravillas entre los pueblos, porque el Señor es grande y digno de alabanza.
ORACIÓN COLECTA
Te rogamos, Padre, que el mártir san Bonifacio interceda por nosotros, para que conservemos con firmeza y manifestemos con nuestras obras la fe que enseñó con su palabra y selló con su sangre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
Reaviva el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos.
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a Timoteo 1, 1-3. 6-12
Pablo, Apóstol de Jesucristo, por la voluntad de Dios, para anunciar la promesa de Vida que está en Cristo Jesús, saluda a Timoteo, su hijo muy querido. Te deseo la gracia, la misericordia y la paz que proceden de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo.
Doy gracias a Dios, a quien sirvo con una conciencia pura al igual que mis antepasados, recordándote constantemente, de día y de noche, en mis oraciones.
Por eso te recomiendo que reavives el don de Dios que has recibido por la imposición de mis manos. Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad. No te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que soy su prisionero. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios. Él nos salvó y nos eligió con su santo llamado, no por nuestras obras, sino por su propia iniciativa y por la gracia: esa gracia que nos concedió en Cristo Jesús, desde toda la eternidad, y que ahora se ha revelado en la Manifestación de nuestro Salvador Jesucristo. Porque Él destruyó la muerte e hizo brillar la vida incorruptible, mediante la Buena Noticia, de la cual he sido constituido heraldo, Apóstol y maestro.
Por eso soporto esta prueba. Pero no me avergüenzo, porque sé en quien he puesto mi confianza, y estoy convencido de que Él es capaz de conservar hasta aquel Día el bien que me ha encomendado.
SALMO RESPONSORIAL 122, 1-2
R/. ¡Levanto mis ojos hacia ti, Señor!
Levanto mis ojos hacia ti, que habitas en el cielo. Como los ojos de los servidores están fijos en las manos de su señor.
Como los ojos de la servidora están en las manos de su dueña: así miran nuestros ojos al Señor, nuestro Dios, hasta que se apiade de nosotros.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Jn 11, 25a. 26
Aleluya.
“Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí no morirá jamás”, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO
Dios no es un Dios de muertos, sino de vivientes.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 12, 18-27
Se acercaron a Jesús unos saduceos, que son los que niegan la resurrección, y le propusieron este caso: “Maestro, Moisés nos ha ordenado lo siguiente: “Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda”.
Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda y también murió sin tener hijos; lo mismo ocurrió con el tercero; y así ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos ellos, murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?”
Jesús les dijo: “¿No será que ustedes están equivocados por no comprender las Escrituras ni el poder de Dios? Cuando resuciten los muertos, ni los hombres ni las mujeres se casarán, sino que serán como ángeles en el cielo. Y con respecto a la resurrección de los muertos, ¿no han leído en el Libro de Moisés, en el pasaje de la zarza, lo que Dios le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”? Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes. Ustedes están en un grave error”.